COMUNICADO DE 'APIA' : El periodismo ambiental, un periodismo comprometido

El periodismo ambiental es, por su propia naturaleza, un periodismo comprometido que a diario ha de ocuparse de asuntos controvertidos, polémicos (...) las tensiones son inevitables, aunque nunca deberían derivar en actuaciones que supusieran un descrédito injustificado de nuestras fuentes, un ataque desmedido a los medios y a sus profesionales, o un menosprecio a aquellos ciudadanos que buscan la mejor manera de estar informados. 

COMUNICADO DE 'APIA' 

(Asociación de Periodistas de Información Ambiental)

Como cualquier otro periodismo, el ambiental exige un ejercicio honesto y riguroso de la profesión. Nuestra única defensa contra la crisis, que con tanta virulencia está afectando a nuestro oficio, es la excelencia, no sólo medida en términos de calidad del producto informativo que ofrecemos sino, además, reflejada en un compromiso ético y deontológico sin fisuras ni renuncias. 

El periodismo ambiental es, por su propia naturaleza, un periodismo comprometido que a diario ha de ocuparse de asuntos controvertidos, polémicos, que ponen en cuestión modelos de desarrollo, político y económico, incompatibles con la conservación de nuestros recursos naturales. Y en este escenario, como es lógico, las tensiones son inevitables, aunque nunca deberían derivar en actuaciones que supusieran un descrédito injustificado de nuestras fuentes, un ataque desmedido a los medios y a sus profesionales, o un menosprecio a aquellos ciudadanos que buscan la mejor manera de estar informados. 

Durante los últimos meses se han multiplicado este tipo de actuaciones que atentan contra las señas de identidad de un periodismo libre y veraz. El último de estos incidentes ha tenido como protagonista a Ladislao Martínez, uno de los más veteranos activistas del ecologismo español y fuente informativa, de intachable trayectoria, para numerosos periodistas ambientales. A pesar de su reconocido prestigio, Ladislao, hoy en Ecologistas en Acción, ha visto cómo se cuestionaba su reputación y se ponía en entredicho el valor de sus acciones, aportando para este descrédito datos muy sesgados, lo que, de alguna manera, cuestionaba también el propio valor de las muchas informaciones a las que Ladislao ha prestado sus conocimientos. 

El caso de Ladislao es sólo un ejemplo, el más reciente, de una práctica intolerable que termina por contaminar a la opinión pública y resta veracidad, aunque los argumentos sean más que discutibles, a las informaciones ambientales. Es por ello que APIA, una vez más, recogiendo el malestar de sus 

socios/as, pide un ejercicio de responsabilidad a todas aquellas personas, empresas, instituciones y colectivos implicados en la comunicación y el periodismo ambientales. Si no respetamos las más mínimas normas éticas y los más esenciales criterios profesionales, estaremos prestando un flaco favor a la sociedad, traicionando las señas de identidad de nuestro oficio y justificando la opinión interesada de aquellos que quieren debilitar el papel de los periodistas ambientales. Un periodismo de calidad, honesto y veraz, que sólo se somete a los intereses de los propios ciudadanos, es la mejor garantía de supervivencia frente a esta o cualquier otra crisis.